¿Por qué, dime, ay,
por qué no giras
al sol tu cara?
¿Por qué, dime, ay,
por qué te cubres
el rostro,
ennegrecido,
de pétalos rubios?
¿Por qué, dime, ay,
por qué agachas
tu cabeza y no
retas a sus ojos?
¿Por qué, dime, ay,
por qué?
Mírale.
¿Acaso es mejor?
¿Superior tal vez?
¿Más inteligente?
Cierro los ojos
solo un instante.
Pensando que ese
justo momento.
Cumplirá su más
ardiente deseo.
Abro los ojos.
No pasa nada.
¿Por qué, dime, ay,
por qué?
Mírale.
DRR 1998-2006®
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on viernes, diciembre 07, 2007
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Mi poesía,
Wolfgang Borchert
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